jueves, 17 de abril de 2008

Robert Frank: Pull my Daisy (1959)





Pull My Daisy (1959) es una película dirigida por el fotográfo Robert Frank y por Alfred Leslie, sobre una adaptación de Jack Kerouac del tercer acto de una obra de teatro nunca terminada en que se retrataba a la Generación Beat. Kerouac es el narrador de la película, haciendo uso de su expresiva voz, llena de recursos, para describir escenas y diálogos, a la manera de un piano o instrumento musical en las antiguas películas de cine mudo. Aparecen en la película Gregory Corso, Allen Ginsberg, Larry Rivers, David Amram, la pintora Alice Neel, Sally Gross, Peter Orlovsky, y Pablo, el hijo pequeño de Robert Frank.
Está basada en su suceso real en la vida de Neal y Carolyn Cassidy, él un trabajador del ferrocarril, ella una pintora que invita a un respetable obispo a cenar. Los amigos bohemios de la pareja, que aparecen en la casa, revientan la velada dando lugar a cómicas situaciones.




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Remite a un cine de fuerte carga visual, con una fotografía en blanco y negro, jugando con la luz y las sombras, muy cercana a la visión fotográfica de Robert Frank, un cine que apunta al primer cine mudo clásico y a las primeras películas mudas, a las películas cómicas de WC Fields o Buster Keaton, donde habla la imagen y el espectador imagina y se sorprende al tiempo, afin a las experiencias posteriores de John Cassavetes, y que invoca a cierto cine francés e italiano de nueva ola y narrativa realista y surrealista presente en los primeros trabajos de Godard o Fellini, y desde luego en los trabajos de Fritz Lang, Marcel Carné, Renoir, Cocteau, o la espléndida y maravillosa obra maestra 'L'atalante' de Jean Vigo.
Es, como algunas de aquellas películas, lo que a día de hoy se llamaría una película 'lenta'.
Ha habido algunas películas que han querido dar homenaje a aquel cine y a aquella narrativa, como las primeras cintas de Wenders (las mejores de su carrera) 'En el curso del tiempo' o 'Falso movimiento' o como la italiana Dopo Mezzanotte.



Robert Frank, nacido en 1924 en Suiza, influido por Henri Cartier-Breson o Bill Brandt, emigrado a Estados Unidos en 1947, es uno de los grandes de la fotografía del siglo XX.
Durante uno de sus viajes por Europa, a finales de los años 40', pasó por Valencia y retrató alguna de sus calles y algún artesano llevando un ninot para una Falla. "Viajé a Valencia en 1948 y fue ahí donde empecé a concentrar mi trabajo en aquello que conocía bien y que luego me sirvió para dar forma a Los Americanos". Otros ninots andantes, ahora mismo, no deben saber quién es Robert Frank.



En el año 2007 Robert Frank vino a España, a recoger el premio PhotoEspaña por su trayectoria profesional y su influencia en la fotografía contemporánea.
'Los Americanos' es una de sus grandes obras, un viaje por la América profunda, de sentimientos y escenas inolvidables, con textos de Jack Kerouac.
En su diario de aquella travesía Frank escribió algo tan tremendo y genial como esto:

"1955. Atravieso los Estados Unidos. - Durante un año. - 500 rollos de película. - Me acerco a las oficinas de correos, los Woolworths, las tiendas de 10 centavos, las estaciones de autobuses. - Duermo en hoteles de tres al cuarto. - Alrededor de las 7 de la mañana, me acerco al bar. - Trabajo todo el tiempo. - Hablo poco. - Intento no ser visto. - Un día en Arkansas me detiene la policía: - "¿Qué hace usted ahí?" - "Estoy becado por el Guggenheim..." - "¿Qué es el Guggenheim?" ... - "Pasé tres días en la cárcel. Angustia."

Su fotografía apunta a mostrar aquello que está al borde de la mirada, en los umbrales de lo no visto, mostrar los paisajes interiores y dar voz a lo que habita entre los paréntesis de la realidad, más allá de la actualidad.




"Yo estoy siempre mirando afuera, tratando de mirar hacia adentro. Tratando de decir alguna cosa que sea verdad. Excepto lo que está allí afuera... y lo que esta allí afuera esta siempre cambiando"
(Robert Frank)



PARA USAR EN CARRETERA
(de una fotografía de Robert Frank)

Ha salido
quizá a por cigarrillos
y se han quedado ahí, esperando, los dos;
y ella se pregunta
si existe eso que llaman hogar
y el pequeño duerme y sueña
con una bicicleta en la niebla
Apenas si puedo ver de dónde procede
tanto dolor, tanta belleza
esa aparición en la ruta del asombro
Número 61, Texas
Ahí mismo está la luz
en otra parte
para usar en carretera.

(Fernando Garcín, 'Pequeño Cuaderno de Nada', Cuadernos de Cecilia, 1997)


(c) El Cantante Mudo...

GILBERT GARCIN. EL GRAN FOTÓGRAFO FUNAMBULISTA

GILBERT GARCIN. FOTOGRAFÍAS 1993-2008.
La vida del artista pende de un hilo. Es un hilo invisible, frágil, poderoso como una nube de aliento que sale de la boca en un día de frío intenso. La duración es un asunto que en el discurso del arte se convierte en una carretera de doble sentido. Si el éxito está en el circuito, en el giro, y si, como se suele decir, la vida da vueltas, el éxito es el reconocimiento de lo que está por conocer o se ha conocido y nos ha pasado desapercibido. Una fotografía es una mirada que da la vuelta para regresar de nuevo, como el niño que en un carrusel saluda a sus familiares para que le reconozcan.
Las fotografías de Gilbert Garcin, todas sus series fotográficas desde 1993 hasta 2008, reflejan al hombre asombrado y atónito, que quiere reconocer el mundo y que el mundo le reconozca, y que, al mismo tiempo, y a menudo, no entiende bien lo que el mundo es sin una nota de absurdo y otra de sueño o vida imaginaria, y extiende su filosofía del absurdo y del extrañamiento como un manto donde tenderse durante un rato y descansar, antes de enfrentarse al siguiente misterio.

Hay misterio en las fotografías de Gilbert Garcin, como hay poesía del absurdo, extrañeza existencialista y un toque de sano surrealismo que no lleva a ninguna parte, pues la fotografía es un viaje de la mirada hacia la mirada, del fotógrafo al observador, en la que el fotógrafo se pone con frecuencia del lado del observador, con un gesto cómplice de comprensión ante lo extraño de todo, a la manera de Tati, en un mundo de conflictos y afanes materialistas.
Hay algo del Prometeo de Camus en su afán por sostener al hombre en su empeño por ser dueño de su realidad y de sus deseos, por reconciliar el dolor y la belleza, algo de Sísifo también en su tarea diaria sin meta de llevar la carga hasta la cima de las preguntas sin obtener respuestas definitivas, sólo señales y pistas en el camino de la experiencia.
Hay algo o mucho de Becket y la espera inesperada, el hombre solitario que no encuentra sentido a lo que podría ser un sueño, y que sueña con lo que podría tener sentido. Y hay humor, un gran sentido del humor, a veces surrealista a la manera de Breton o Jacques Tati, a veces socarrón o irónico, a la manera de un Ciorán que fotografiara los incendios en que ha estado para ver en los negativos las cenizas de lo que puede recordar. Ah, pero esas cenizas están llenas de misterio y de sutileza, de curiosidad y de magia, de asombro en la desolación y de compañía en la soledad.

Las fotografías de Gilbert Garcin penden del hilo del tiempo y de sus espacios y huecos misteriosos, donde se esconde una percepción distinta del paso de las horas. El tiempo se detiene en la imagen y la imagen se muestra en el tiempo.
Gilbert Garcin nació en La Ciotat en 1929 y vivió y trabajó en Marsella. Ha expuesto sus fotografías, sus trabajos, series temáticas y obras diversas en numerosos países, además de en Francia, en España, Estados Unidos, Bélgica, Canadá, Gran Bretaña, Rusia, Polonia, Suiza… En España hay obra suya en Kowasa Gallery y Galería Hartmann de Barcelona, y en Trinta Arte Contemporánea de Santiago de Compostela.

NOTA: Gilbert Garcin falleció el pasado mes de Abril de 2020. Siempre recordaré con cariño su empatía y amabilidad cuando contacté con él para interesarme por su obra, y su asombrosa trayectoria tardía como fotógrafo. Mi querido funambulista: un abrazo cósmico.
https://www.lavanguardia.com/cultura/20200420/48630070847/gilbert-gardin-muere-fotografo.html
Su obra, los escritos sobre ella y su trayectoria artística puede contemplarse en diferentes páginas web como validfoto: Gilbert Garcin

(c) Fernando Garcin, 2008.